SÉ LA CALMA...
Sé la calma en la tormenta de tu niño.
Sé la brisa y la lluvia suave cuando sus emociones arden en fuego.
Sé la voz que invita al alivio, no el grito que aumenta el susto y la desesperación.
Un adulto alterado/descontrolado no será capaz de contener nunca un berrinche o pataleta, pues para pedir calma, debemos ofrecer primero.
El adulto eres tú, y lo que tu hijo ve de ti es lo que hará. Si ante una situación difícil, tú explotas, él también explotará. Si por el contrario, respiras, te acercas y buscas una solución, lo que le das es un hermoso regalo que se llevará de ejemplo para toda la vida.
Nuestro trabajo no es ni siquiera detener el llanto o la rabia, sino acompañar, estar, amar.
Sé el tipo de persona que quisieras tener al lado cuando estás muy molesto, alguien que respete y valide lo que estás sintiendo, no que trate de cortarlo prepotentemente. Sé alguien empático y amoroso,
alguien que tiene la seguridad de que, pronto, todo estará mejor.
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